Construyendo el Futuro desde la Acción Concreta

Por Pablo Guzmán
La urgencia de crear, no esperar
No es casual que hoy, en medio de las tensiones de un mundo polarizado y de las heridas abiertas por siglos de desigualdad, la planificación revolucionaria se erija no solo como un método, sino como un acto de rebeldía contra la inercia del destino.
La historia nos ha enseñado que el socialismo no es un regalo caído del cielo, sino una construcción colectiva, metódica y consciente. Desde los planes quinquenales de la URSS hasta el Plan de la Patria en Venezuela, cada avance ha sido una batalla contra el escepticismo, la improvisación y las estructuras heredadas de opresión. Pero, ¿cómo convertir la teoría en práctica sin caer en el dogmatismo? ¿Cómo evitar que la planificación se convierta en un mero ejercicio burocrático, alejado de las comunidades?
I. La planificación como acto revolucionario: Entre la teoría y el barrio
El capitalismo nos legó un mundo fragmentado: mercados que excluyen, Estados que oprimen y sociedades que naturalizan la desigualdad. Frente a esto, el socialismo científico propuso la planificación como antídoto al caos. Marx y Engels no hablaban de fórmulas mágicas, sino de un proceso dialéctico donde la organización colectiva transforma la realidad.
En Venezuela, este principio ha tomado forma a través de la Agenda Concreta de Acción (ACA), un método que trasciende el papel para arraigarse en los circuitos comunales. No se trata de imponer desde arriba, sino de tejer soluciones desde abajo, con las comunidades como protagonistas. La ACA no es un plan más: es la materialización de aquella idea de Chávez de que “el socialismo requiere crítica, autocrítica y rectificación permanente”. Es un puente entre el gran objetivo histórico —la Patria socialista— y la necesidad inmediata de agua, electricidad o empleo digno.
Pero aquí surge una paradoja: ¿cómo conciliar la escala macro de un plan nacional con las urgencias microscópicas de un barrio? La respuesta está en los Cuatro Instrumentos Esenciales del método revolucionario:
- El 1×10 del Buen Gobierno: Una herramienta que vincula a cada funcionario con diez familias, rompiendo la distancia entre el Estado y el pueblo.
- Gobierno Electrónico: Tecnología al servicio de la transparencia, no de la alienación.
- Mapa de Soluciones: Diagnósticos precisos, hechos con las manos en la tierra.
- Articulación de circuitos comunales: La comuna como célula fundamental del nuevo Estado.
Esto no es teoría abstracta. En el barrio El Valle de Caracas, por ejemplo, la ACA permitió transformar un vertedero en un centro cultural gestionado por cooperativas. Allí, la “fase 1” —mapear actores— reveló no solo carencias, sino también talentos ocultos: maestras jubiladas, jóvenes programadores, agricultores urbanos. La revolución, al fin, se trata de potenciar lo que ya existe.
II. Las 7 Transformaciones: Del mapa al territorio
El Plan de las 7T no es una lista de deseos, sino una brújula para navegar en aguas turbulentas. Cada una de sus transformaciones —económica, política, ecológica, etc.— exige un enfoque glocal: pensar en grande, actuar en pequeño.
Tomemos la Transformación Económica: “Modernizar la economía” suena a eslogan, pero en los páramos de Mérida, cooperativas cafetaleras están usando blockchain para trazar su producción y exportar sin intermediarios. Es el “nuevo modelo exportador productivo” hecho realidad desde lo local.
O la Transformación Geopolítica: Ingresar a los BRICS no es solo un acto diplomático. En la Comuna de Maracaibo, asambleas populares discuten cómo las alianzas con Rusia o China pueden traducirse en tecnología para potabilizar el agua del Lago. La geopolítica, así, deja de ser un tema de elites para volverse un debate de vecinos.
Pero nada de esto es posible sin la Transformación Educativa que mencionaba Simón Rodríguez: “Las revoluciones pueden terminar en un fracaso si no van acompañadas de una cruzada educativa”. En los Círculos de Formación Socialista, jóvenes y ancianos aprenden juntos a usar la matriz de nudos críticos, no para repetir consignas, sino para entender cómo una quebrada contaminada se vincula con el modelo rentista y, a la vez, con la crisis climática global.
III. Resistir, Renacer, Revolucionar: El método de las 3R
El presidente Maduro ha insistido en que estamos en la Nueva Época de Transición, guiada por las Tres R: Resistencia, Renacimiento y Revolución. No son etapas secuenciales, sino dimensiones simultáneas. Resistimos el bloqueo económico no solo con denuncias, sino creando monedas comunales que fortalecen el trueque. Renacemos al recuperar fábricas cerradas, pero con modelos de gestión obrera. Revolucionamos al desmontar, ladrillo a ladrillo, el Estado burgués heredado.
En este contexto, los Comités de Soluciones son la piedra angular. En Petare, un comité integrado por vecinos, funcionarios y milicianos logró en tres meses lo que años de burocracia no pudieron: reparar un sistema de aguas servidas usando materiales reciclados y mano de obra local. No fue caridad, fue ejercicio de soberanía.
Conclusión: La revolución es un verbo
Ludovico Silva tenía razón: la historia no nos debe nada. Las condiciones revolucionarias no caen del cielo; se construyen con planes quinquenales y con huertos urbanos, con acuerdos en los BRICS y con asambleas en los barrios.
La ACA y el Plan de las 7T no son perfectos —¿qué obra humana lo es?—, pero encarnan un principio estoico: actuar sobre lo posible sin perder de vista lo necesario. Como escribió Chávez en 2011, “nuestro socialismo debe ir a lo práctico con una teoría apropiada a nuestras realidades”.
Hoy, frente a quienes predican el derrotismo, recordemos las palabras de Simón Rodríguez: “No imitamos a nadie; inventamos o erramos”. Errar no es fracasar; es avanzar sin miedo, planificando con rigor y actuando con pasión. La revolución no espera: se hace.
¿Qué piensas tú?
¿Cómo estás contribuyendo a crear condiciones revolucionarias en tu comunidad? Te invito a compartir tus experiencias en los comentarios.
“No hay peor error que pretender detener la marcha de los pueblos con la fuerza bruta. La historia está cargada de ejemplos que así lo demuestran.”
—Hugo Chávez Frías.